miércoles, 20 de febrero de 2013

5. DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA



"El mundo está a oscuras no tanto por el mal que hacen los malos, como por el bien que dejan de hacer los buenos." Martin Luther King

La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) son las señales u orientaciones para todas las personas, creyentes o no, preocupadas e interesadas en conseguir una sociedad más humana, digna de los hijos de Dios. Estas orientaciones sirven de guía para los distintos campos (económico, político, social, cultural…) donde se mueve la vida humana y para las instituciones y personas que están al servicio de la felicidad de los seres humanos.Se basa en los seis principios:

1. La dignidad de la persona humana.
2. El ser humano es un ser social.
3-4. El bien común, la solidaridad y la subsidiariedad.
5-6. El destino universal de los bienes y la opción preferencial por los pobres.

La doctrina social trata diversos temas, en esta ocasión nos centraremos en las diferencias sociales y económicas entre los pueblos. Este problema nos habla de la separación que se ha producido en los países debido a que unos están más retrasados o avanzados respecto al resto. Los términos, primer mundo, segundo mundo y tercer mundo se usaron para dividir al mundo en diferentes clases sociales.



El término Primer Mundo se refiere a aquellos países que han logrado un alto grado de desarrollo humano (IDH), disfrutan de los más altos estándares de vida, posible gracias a una buena distribución de la riqueza, sanidad, esperanza de vida y calidad de los servicios.









El Segundo Mundo se diferencia del primer mundo por su rechazo a la cultura liberal y al capitalismo abierto y del tercer mundo por su nivel educacional, el tamaño del Estado y el mayor poder relativo. Actualmente se considera Segundo mundo a los países que son economías emergentes, como China, Mexico, India, Brasil, etc. Estos países se caracterizan por un acelerado aumento económico y se consideran en un futuro cercano países de primer mundo.



Actualmente el término Tercer Mundo se utiliza para referirse a los países periféricos subdesarrollados o "en vías de desarrollo", en contraste a los países desarrollados; en este último sentido actual, el término es utilizado a veces para referirse en bloque a todos los países no desarrollados, y a veces, para referirse sólo a los que registran los peores índices de desarrollo humano y económico. 

En general, la expresión "tercer mundo", está orientada a describir situaciones de gran atraso económico-social, como el analfabetismo, el hambre, las carencias hospitalarias y de salud pública, las viviendas y servicios sanitarios precarios, una escasa expectativa de vida, etc. Según la RAE, el tercer mundo es el conjunto de países menos desarrollados económica y socialmente.





El cuarto mundo se refiere a la población que vive en condición de desprotección o riesgo social en áreas pertenecientes al primer mundo. También se habla de cuarto mundo para separar a los países en estado de marginalidad y precariedad absoluta de los países en desarrollo y los emergentes. Así, en esta tesis, el cuarto mundo también estaría compuesto por países tales como Zambia, Costa de Marfil, Haití, Guinea, Sudán, Etiopía, entre otros. Dentro de la categoría podemos encontrar: ancianos desamparados, viudas y madres sin medios económicos, niños abandonados, explotados o prostituidos, marginados sociales (personas sin hogar y mendigos, personas sin protección oficial, familias desestructuradas).






Ante este problema la Iglesia no puede ni debe quedarse de brazos cruzados. En España están ocurriendo estas diferencias aunque pueda parecer “exagerado” decirlo. Si nos paramos un momento a mirar y analizar con detenimiento y una actitud crítica el país en el que vivivimos, que nos rodea podríamos darnos cuenta fácilmente que dentro de España hay un “primer mundo”, que estaría integrado por la monarquía, los políticos y poseedores de grandes fortunas, un “segundo mundo” que sería la clase media que por suerte tiene trabajo y como no un “tercer mundo”. Este último lo integrarían los millones de parados y personas que han sido desahuciadas u obligadas a vivir en la calle, quedando olvidados y desprotegidos, sin ningún derecho ni poder. Ante esto la Iglesia no se ha quedado indiferente ni de brazos cruzados, sino que, ha colaborado dentro de sus posibilidades y continúa haciéndolo en comedores sociales, albergues, otorgando apoyo moral… a todas esas personas necesitadas.





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